martes, 11 de enero de 2011

El recuerdo es virtual, el regaño no

Vista desde mi oficina. Nostalgia tropical.

“La realidad y mi recuerdo personal de la realidad son lo mismo”, dijo Jorge Luis Borges según su diccionario privado recopilado por Blas Matamoro. Otra manera de decirlo sería que todo recuerdo es virtual. Por eso me parece que hablar de memoria “virtual” resulta un tanto inadecuado, pues no hay otra manera de abordar el recuerdo que no sea a partir de una cierta virtualidad, de algo que está allí simplemente porque somos capaces de invocarlo a partir de imágenes, olores, sabores, palabras, que a veces dejamos plasmados en textos, fotos, dibujos, vídeos. Probablemente lo que hacen las plataformas digitales es ampliar nuestro acceso a estos recuerdos y al recuerdo de los otros, para cruzarlos, compararlos. Existe también el horror a la imposibilidad del olvido, a la memoria eterna, y a los rastros que vamos dejando para siempre y que un día podrían regresar para espantarnos, como bien lo analiza Ernesto Hernández Busto en este artículo publicado en El País.


Hay en este afán mío por las memorias una tensión personal que viene de mis dos polaridades: la judía, obsesionada hasta el extremo por los recuerdos (“no olvidar” repetimos en referencia a todas nuestras desgracias históricas), y la venezolana, que es más bien olvidadiza, que está más interesada en el presente, en lo inmediato, aunque en la última década, en parte por la influencia del mitómano que desgobierna el país, se ha volcado un poco más hacia la comprensión del pasado. Y claro, está la edad que reclama la nostalgia y nos obliga a hacer balances.


A otros amigos y colegas también les ha dado por allí, a cada uno con su tono y sus enfoques. Mercedes Fuentes, con recuerdos que se cruzan con los míos, los dos inmigrantes en una Venezuela amable, el país de la convivencia, abierto, accueillant. Elsy Manzanares, con la memoria que resuena en un presente en el que lucha por recobrar la libertad amenazada. Néstor Garrido, memorioso como ninguno, que recopila sus recuerdos guaros en unos excelentes programas de radio virtuales. Josué Fernández, que reflexiona también sobre la brutal actualidad y se proyecta en el futuro próximo con cierto optimismo. Y más recientemente, Henry Grunberg, que se ha dispuesto a hacer unas memorias de la imagen.


Esto de los recuerdos no siempre es tan virtual como uno cree. Tiene sus riesgos bien concretos. Mi nota anterior, la de los malagradecidos hijos que no avisan dónde están, me trajo un regaño. Mi madre me recordó que todo acto de memoria es selectivo. “No constaste aquella vez que…”, le escuché decirme por Skype. 

4 comentarios:

  1. Virtual, selectiva, melancólica y en ocasiones hasta falsa y acomodada... el regaño ¿ qué es eso?

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  2. Me encantó, Isaac! La memoria es selectiva; el regaño, no. Pero cuando el regaño se vuelve recuerdo también se convierte en selectivo, no te parece?

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  3. Es verdad Militza. Ya ese regaño es recuerdo, y aunque sea selectivo, estará allí para siempre : )

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  4. Me encantó Isaac. Tema apasionante muy bien presentado.

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