miércoles, 24 de noviembre de 2010

Llegó el télex

Isaac Nahón, Susana Soto, Néstor Garrido y Pedro Luis Cedeño en NMI
Corrían los primeros años de la década de los ochenta cuando me inicié en esa escuela de periodismo que fue para muchos de nosotros el semanario Nuevo Mundo Israelita. Estudiaba en la noche en la UCAB y en las mañanas trabajaba en el periódico de la comunidad judía. Mi primera jefa fue Priscilla Abecasis, una directora jovencita con mucho ímpetu y mucho profesionalismo. Formaban parte también del equipo Judith Crosignani (coordinadora de información), María Teresa Pais de Visconti (diagramación), Alberto Sisso y León Tejtelbaum (fotógrafos). Priscilla dejó la dirección pues se fue al Museo de Bellas Artes, y Judith asumió las riendas del periódico por un tiempo. Judith también cambió de rumbo profesional, y Pablo Goldstein fue nombrado director del semanario por segunda vez. Después se incorporaría al equipo Oro Jalfón. Más tarde se integrarían Néstor Garrido, Susana Soto, Pedro Luis Cedeño, Charlie Riera y Estrella Chocrón. También colaboró con nosotros Mercedes Russo, quien escribía unas entrevistas de personalidad muy buenas. Entre idas y venidas, ocupé la dirección del semanario en dos ocasiones.

De los recuerdos de esa época no se me olvidan los días de cierre, los jueves, en los que esperábamos la llegada del télex para terminar la primera página del semanario. El télex era un “chorizo” de noticias que llegaban desde Israel por un teletipo que había en la Unión Israelita de Caracas, donde están ubicabas las oficinas del Nuevo Mundo. El télex lo enviaba una agencia llamada JNI, venía escrito en mayúsculas y terminaba  siempre con la expresión en hebreo SHALOM RAV ("paz abundante" sería una traducción posible). El “chorizo” nos proveía parte del material de primera página, que se completaba con noticias locales.

A la luz de los avances que hemos visto en las tecnologías de información y comunicación, contar esto me ubica casi en la prehistoria del periodismo. Estamos hablando de hace apenas  20 años, pero los cambios han sido tan dramáticos que me siento como si hubiera sido testigo del nacimiento de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg.

Recordando esos tiempos de télex me vino a la memoria una discusión que se dio en el gremio periodístico venezolano sobre el uso de los llamados Video  Display Terminals  (VDT) en las redacciones de los diarios. El Sindicato Nacional de Prensa emitió un comunicado en 1978 en el que denunciaba que “al periodista se le pretende añadir una nueva función según la cual estaría obligado a alimentar la memoria central de una computadora con la información que su sagacidad, su inteligencia y su fuente le han proporcionado”. El sindicato buscaba proteger los puestos de trabajadores gráficos que transcribían en los terminales las cuartillas escritas por los periodistas. De hecho, prohibió por un tiempo que sus afiliados usaran los VDT en las redacciones, con la excepción de quienes ejercían funciones de secretarios de redacción. Ya sabemos cómo terminó esta historia.  Probablemente haya algunas lecciones que sacar de la polémica sobre los VDT. El oficio del periodista se está redefiniendo dramáticamente y todavía hay quien le tiene miedo a los “VDTs” de ahora. Vivimos tiempos de muchas preguntas y mucha incertidumbre para el periodismo, pero también tiempos de grandes oportunidades.

7 comentarios:

  1. Bueno, no he comentado los demás textos - que me he leído, Isaac - pero no pude evitar sonreirme enormemente al ver esta foto y leer este texto.

    Recuerdo que Néstor no me dejaba entrar a la Unión Israelita con cachitos de jamón, cosa que era una novedad extraña para mí. Recuerdo que la pasábamos tan bien y que una vez fue ¿todo? el equipo a la Colonia Tovar. No estuve tanto tiempo, pero lo disfruté muchísimo porque trabajaba con algunas de las personas que nombras y contigo, compañeros de la UCAB. Recuerdo el primer Bar Mitzva al que fui, recuerdo muchas cosas.
    Y recuerdo siempre que una vez escribí con un marcador negro en una pared del cuarto de revelado una línea de un poema que no era mío, sino de Eduardo Rivero: ¨Hay una región de pájaros muy cerca de mi nariz¨.

    Gracias Isaac. Qué belleza que hayas puesto esto. Me voy a dormir con una sonrisa que se me estira hasta las orejas.

    Susana.

    ResponderEliminar
  2. Hermoso tu relato sobre esa prehistoria que tiene menos de treinta años y vieras todo lo que te faltó...las tiras que salían de la composer, el trabajo artesanal del grupo de montajistas sordos que las pegaban en las maquetas que había pre diseñado artísticamente por María Teresa quien imaginaba las páginas antes de concebirlas y medía los artículos contando las letras... el calor humano que había en esa oficina donde la amistad, la mística e incluso la música iban de la mano con el compromiso... claro que traes a la mente de todos nosotros un recuerdo hermoso de un tiempo que ahora resulta impensable. No vivimos los tiempos del linotipo... pero no había en nuestra oficina ninguna computadora, nsiquiera existían el Page Maker ni el Coreldrow ni Free hand...y el Fotoshop era inimaginable... una sòla de nuestras máquinas de escribir era una IBM de bolita que se había comprado diez años atrás...la administración y la distribución eran no menos artesanales...para muchos de los que mencionas en tu artículo, el NMI fue un complemento magnífico de lo aprendido en la UCAB, hoy sería impensable generar un medio impreso con tal precariedad de recursos técnicos, para mí en cambio fue la única escuela desde donde los ví crecer a todos los que simultáneamente me asisitían y me enseñaban, otra paradoja del ejercicio profesional del periodismo en Venezuela. El NMI fue además mi familia durante más de una década y eso no es poca cosa Isaac, tú fuiste uno de los miembros más importantes de esa familia al igual que otros con quienes después de treinta años mantengo una fluída comunicación.
    Recibe un abrazo de quien siempre te admiró como periodista y como persona.

    ResponderEliminar
  3. Hola Pablo:
    Tú podrías escribir unas memorias muy interesantes sobre cómo en el Nuevo Mundo Israelita combinábamos música y periodismo. Teníamos una sala de redacción con máquinas de escribir y un piano. Hacíamos nuestro trabajo, pero le agregábamos un toque musical, especialmente tu se lo agregabas con tu habilidad de tocar y acompañar cualquier canción en el piano (siempre admiré tus dotes de multi-instrumentista y tu versatilidad musical).
    Por cierto, una omisión imperdonable en mi pequeña crónica fue no mencionar a nuestra querida Martha Kornblith, gran poeta, con quien trabajamos en el NMI y que se nos fue prematuramente. Aunque no trabajé con ella en NMI, también debo recordar a Susana Rotker, que lamentablemente también se fue en el mejor momento de su vida como periodista y escritora.
    Un abrazo,

    Isaac

    ResponderEliminar
  4. Queridos!!! Buenísimo poder desandar los años y descubrirse en las paredes de corcho que representaban el comienzo de NMI.... gracias Isaac por eso y por todos los recuerdos, sensaciones y emociones que se van atropellando por querer ser el primero en salir a flote... un abrazote!!!!

    ResponderEliminar
  5. La UCAB, Caracas, el apartamento de las Palmas o la casa de mi Abuela de Los Rosales, donde bajo los efectos de no me acuerdo qué hicimos aquel trabajo de Carolina Oteiza donde sacamos la menor nota de toda la carrera, o las fiestas que hacíamos en esa misma casa bajo la dirección de Pilar Verdes, Cristina que ya no está con nosotros y su lista de este si y este no ....Nos cambiaron el país, o dejamos que nos los cambiaran, pero no podemos negar que esa adolescencia que nos acompaño cuando entramos a la UCAB queda y marco lo que somos ahora y la familia que seguimos siendo a pesar del tiempo y los pesares.. Me falto el Sergio Curiel y las clases de Psicología Social, es esa casa de Los Rosales, y las preguntas de Linzalata y la revolución francesa y la fiesta en Casa de Tony Fadel tu consumiento harina jajajaja joder nos divertimos, no lo podemos negar. Abrazos y memorias tenemos para rato

    ResponderEliminar
  6. Querido Isaac... no te imaginas la cantidad de recuerdos que tengo de aquella época. Fue mi primera experiencia laboral y no pudo ser mejor... con el tiempo jamás volví a tener un grupo humano tan cálido. La entrevista con Pablo para que me dieran el trabajo fue inexplicable... sabés escribir a máquina? No, tenés experiencia en periodismo? No, sabés algo de judaísmo? No... Dios mío... al final de tantos no, mi discurso fue "no sé hacer mucho, pero necesito trabajar, me gusta aprender y quisiera hacerlo aquí"... aún no me explico como Pablo después de pensar unos segundos me dijo: "Podés empezar mañana?" Tenía 19 años, estaba recien llegadita de Buenos Aires y las circunstacias me obligaban a ganarme un sueldo... Al día siguiente me asignaron una inmensa caja de cartón en un rinconcito y 3 millones de fotos para ordenar... creo que fue el primer archivo fotográfico que tuvo el NMI. Odiaba esa caja llena de imágenes que no reconocía y no sabía dónde meter en esa libretica telefónica....
    Otra: suena el teléfono y una persona con un acento imposible de entender me decía muy enérgicamente: "weqwqeererwee... muypogtante, muypogtante"... al llegar Pablo y Prsici no sabía como decirles que no tenía ni la menor idea quién era y que lo único que le había entendido era el "muypogtante"... Me alivié al escuchar la risa de Prisci y las palabra de Pablo: "ahhhhhh ese es Walter Cenznstochowsky" ufff había zafado!!!
    Pablo y Prisicilla fueron lo mejor que me pudo suceder en esa época, mi primer jefe, mi primera amiga en estas tierras y María Teresa venía a alimentarnos con risa y cuentos los jueves y los lunes nuestra histeria de cierre...
    Allí estaban también Martha Kornblith que se estaba renunciando para irse a trabajar a Canal 5, creo. En la Administración estaban Sarita Sharifker y Mónica Jucht...
    Si no te molesta Isaac, me gustaría ir agregando mi propia historia de mis años en el NMI... no sólo me formé allí, crecí también y aprendí a garabatear mis sentimientos en escritos guardaditos en un cuaderno ajado...
    Guauuuu.... tengo una sonrisa en los labios de tantas remembranzas!!!!
    Un beso a todos!!!!

    ResponderEliminar
  7. Querido Isaac... no te imaginas la cantidad de recuerdos que tengo de aquella época. Fue mi primera experiencia laboral y no pudo ser mejor... con el tiempo jamás volví a tener un grupo humano tan cálido. La entrevista con Pablo para que me dieran el trabajo fue inexplicable... sabés escribir a máquina? No, tenés experiencia en periodismo? No, sabés algo de judaísmo? No... Dios mío... al final de tantos no, mi discurso fue "no sé hacer mucho, pero necesito trabajar, me gusta aprender y quisiera hacerlo aquí"... aún no me explico como Pablo después de pensar unos segundos me dijo: "Podés empezar mañana?" Tenía 19 años, estaba recien llegadita de Buenos Aires y las circunstacias me obligaban a ganarme un sueldo... Al día siguiente me asignaron una inmensa caja de cartón en un rinconcito y 3 millones de fotos para ordenar... creo que fue el primer archivo fotográfico que tuvo el NMI. Odiaba esa caja llena de imágenes que no reconocía y no sabía dónde meter en esa libretica telefónica....
    Otra: suena el teléfono y una persona con un acento imposible de entender me decía muy enérgicamente: "weqwqeererwee... muypogtante, muypogtante"... al llegar Pablo y Prsici no sabía como decirles que no tenía ni la menor idea quién era y que lo único que le había entendido era el "muypogtante"... Me alivié al escuchar la risa de Prisci y las palabra de Pablo: "ahhhhhh ese es Walter Czenstochowski" ufff había zafado!!!
    Pablo y Prisicilla fueron lo mejor que me pudo suceder en esa época, mi primer jefe, mi primera amiga en estas tierras y María Teresa venía a alimentarnos con risa y cuentos los jueves y los lunes nuestra histeria de cierre...
    Allí estaban también Martha Kornblith que se estaba renunciando para irse a trabajar a Canal 5, creo. En la Administración estaban Sarita Sharifker y Mónica Jucht...
    Si no te molesta Isaac, me gustaría ir agregando mi propia historia de mis años en el NMI... no sólo me formé allí, crecí también y aprendí a garabatear mis sentimientos en escritos guardaditos en un cuaderno ajado...

    ResponderEliminar