domingo, 5 de diciembre de 2010

Pop brumoso

Esta foto de Trafalgar Square la tomé en 2006

A los doce años tuve mi primer LP de los Beatles. Fue un regalo de cumpleaños de un compañero ó compañera de colegio que vino a mi casa a la “miniteca” (como se decía entonces) que mis padres organizaron. El disco era Abbey Road, el último que grabaron los cuatro de Liverpool. Por mi edad, se puede decir que llegué tarde a los Beatles (1974). La música de Abbey… me era familiar. Muchas de las canciones las había escuchado en la radio. De allí en adelante comenzó una suerte de adicción  que dura hasta hoy en día. Seguirían incorporándose a mi discoteca el segundo disco de los Fab Four (el que contiene la versión del hit de Chuck Berry, Roll Over Beethoven), el Sargento Pimienta (que me trajo mi tío de un viaje a Londres, el cual conservo como un tesoro), Hard Days Night, el álbum Blanco, y tantos otros.  De vez en cuando, en el canal 8 de la televisión venezolana, pasaban la película Help!, lo que era para mí un gran evento.


Una imagen que siempre he asociado con los Beatles es la de un Londres brumoso, cubierto por la neblina. Aunque la música de John, Paul, George y Ringo es una fuente de inmensa felicidad (como lo es el flamenco, pero a otro nivel), la asocio con un ambiente otoñal, en blanco y negro. Durante muchos años idealicé un Londres mítico, de tonos grisáceos, pero en el que me sentía perfectamente bien; como en un refugio en la tormenta, como la reconfortante sensación de estar frente a la chimenea en una noche invernal. Si cabe la expresión, la música de los Beatles producía en mí una “depresión beatífica”, una “melancolía jubilosa”. Me ocurría lo mismo con algunas canciones de King Crimson, Genesis, Pink Floyd, Camel, Gentle Giant y Supertramp, todas bandas británicas.


Después tuve la oportunidad de ir a Londres, más bien recientemente. Visité los lugares propios de todo peregrinaje de un “beatlemaníaco”; el estudio de EMI en Abbey Road, Carnaby Street, el Palladium donde tantas veces tocaron los Beatles. La imagen que tenía de ese Londres brumoso cambió. Me encontré con una ciudad vibrante, cosmopolita, más bien frenética, en ciertos momentos alejada de esa imagen melancólica que asociaba con las canciones de los Beatles. Pero algunos paisajes de Hyde Park me devolvieron al Londres gris y mítico de mi adolescencia.  Esa imagen está ligada a temas como In my life, Across the universe, A day in the life, Strawberry Fields Forever. Todas estas canciones fueron compuestas y cantadas por John Lennon (con la excepción de A Day…, cuya segunda parte canta Paul). Este 8 de diciembre se cumplirán 30 años del asesinato de Lennon en Nueva York. Creo que en él había mucho de esa “depresión beatífica” que me transmitían sus canciones. Su “pop brumoso” sigue iluminando mi imaginación.

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